lunes, 6 de febrero de 2017

Las olas y el viento.


Oficialmente hoy puedo decir que me encuentro en el punto mas alejado de mi casa, a seis mil kilómetros y monedas. Y si bien es cierto que hay muchas cosas que son distintas, también es cierto que hay otras que son familiares, o que se vuelven familiares sobre todo después de haber estado viviendo casi dos meses en este lugar, no sólo como turista argentino y chaqueño, sino también como panameño y bocatoreño.
Hoy por ejemplo, faltándome 10 días para volver a casa, me puse a pensar que justamente es ese el periodo de tiempo que me queda para que mi realidad nuevamente cambie, sobre todo en cuestiones más que nada cotidianas, en los hábitos, los diálogos, es decir, en 10 días ya no voy a poder hablar con los que me rodeen sobre la posibilidad de que efectivamente llegue agua al pueblo, de discutir si ir o no descalzo al supermercado, de no preocuparme por como ir vestido al boliche, o a la disco como le dicen acá, ya no voy a tener que poner el filtro visual y algunas veces prejuicioso de las nacionalidades para saber de donde es cada persona que me encuentro en la calle y por supuesto tampoco voy a tener que preocuparme por hablar en inglés; o sea ya no voy a tener que pensar en todas estas problemáticas que, dichas sean de paso, me encantan.
Es que las cuestiones cotidianas que se puedan vivir en un lugar del caribe como este, pierde su peso, sobre todo para quien las vive en una condición como la mía, es decir, la de viajero, visitante, turista, o como se lo quiera llamar porque sabemos que después de cualquier trabajo, preocupación o lo que sea, esta latente la posibilidad de tomarnos un recreo de 2 cuadras y relajarnos en la playa a la orilla de un mar cálido y tranquilo de olas respetuosas y arenas que junto con el viento hacen de este lugar lo que realmente es, un paraíso. Pero hasta ahí sigue siendo un lugar ajeno, justamente hasta el momento que a todos esos condimentos le agregamos el propio, en este caso un buen mate caliente y en ese acto nos lo adueñamos y nos sentimos como en casa. Entonces las preguntas que me surgieron fueron; ¿Cuánto tiempo tiene que pasar para que estando lejos, me sienta como en casa?¿Será una cuestión de tiempo?¿O será que la posibilidad de estar en casa es independiente a cualquiera de estos factores?.
Después de este texto creo que ya estoy más preparado para un hasta luego a esta isla y sobre todo a los personajes que se los presentaré mas adelante.

2 comentarios:

  1. Buen texto... a lo que agrego que acá te espera fifa asado y cerveza con los pibes. Abrazo amigo

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  2. Buena la nota y buena la foto.Segui escribiendo y fotografiando que se torna interesante!!Vamos para adelante!!

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