viernes, 10 de junio de 2016

La muerte del futuro




El otro día estaba en la clase de Psicología Social y hablando un poco sobre las representaciones sociales, el profesor no tuvo mejor idea que ubicar como ejemplo de éstas a la "Muerte".
Teniendo en cuenta que la clase es a la mañana, a las 8 de la mañana, y que el día anterior habíamos rendido, el tema no complementaba muy bien la digestión del café con galletitas que había desayunado 30 minutos antes, pero a la vez me generó suficiente incomodidad, para que se vuelva interesante. Sobre todo cuándo empezamos a comparar los "hábitos" que se tenían antes, en comparación con los actuales, por ejemplo, antes, era costumbre y estaba totalmente aceptada y defendida la idea de sacar fotos a seres queridos que recién habían muerto, como aquél último recuerdo sobre este planeta, pero eso no era todo, no sólo se fotografiaba al pariente muerto sino que previamente se lo disfrazaba de ser humano vivo, se lo "resucitaba" para que la foto perpetúe ese instante falso.
Por supuesto que aquellos que mantengan esta práctica hoy en día ,al menos, los calificaríamos de: "raritos", "perversones", "locos", "inadaptados", "religiosos", "macumberos", entre otros; pero lo cierto es que hoy, sin embargo, existen los velorios a cajón abierto, al menos que el difunto haya tenido menos suerte y sus restos no sean legítimos para la exhibición (<<¿Suerte?¿Que tipo de suerte, si de todas maneras murió?>>) , la verdad hace rato no voy a uno pero todavía mantengo el recuerdo de aquella última vez.
En ese recuerdo quién yacía pulcro y frío sobre la gamuza que vestía al féretro era mi abuelo. Ante su muerte, mucho de los familiares nos auto-convocamos a presenciar el espectáculo del velorio, que por naturaleza es un momento incómodo, pero no tanto por el hecho de que alguien descansara sobre el contenedor hexagonal de madera y metal, sino por quienes permanecían en el terreno de la vida. Generalmente en éstos casos, aparecen como por arte de magia, esas personas que en la puta vida dieron rastro aunque sea de su identidad pero que sin embargo, ahí están: algún vecino, primos de chascomús, la tía segunda que ya cumplió los 98 pero que sin embargo goza de mejor salud que yo, el peluquero, el médico de la familia, sus alumnos, un conjunto de personajes que le dan sentido al escenario.
Pero lo mas loco de todo ésto no es el hecho de compartir con conocidos y extraños la muerte de un ser querido sino que además, cuándo la noche avanza, el lugar mismo (del velorio) va tomando un sentido raro de familiaridad: ya no nos incomoda ir al baño, la cafetera se convierte en la excusa perfecta para hablar con la hija del peluquero, las voces bajas que simulaban nuestro duelo comienzan a elevarse e incluso muchas veces hay mas gente afuera que adentro, esa persona que quiere llamar la atención siempre, ahora ya quiere volverse a casa porque se dio cuenta que no le importa el muerto y que en realidad y por culpa de su imbecilidad, está solo.
Yo a veces no entiendo el sentido del velorio, y me molesta participar de esa farsa, de ver esas lágrimas de cocodrilo, de escuchar los "te voy a extrañar un montón viejito". Y seguramente aquellos que les sacaban fotos a sus seres queridos muertos, simulando que están vivos, muy seguramente, si tuvieran la oportunidad de vernos pensarían por lo menos lo mismo que nosotros de ellos, aunque seguramente también pensarían que la muerte ahora es mas "seria" ya que el último recuerdo lo podemos sacar de facebook. Si los egipcios de repente renacen en nuestra era...¿Será que van a seguir dejando toda la comida, las joyas, las riquezas al lado del difunto para que las aproveche en la "otra vida"? ó ¿Qué pensarían los humanos del futuro al ver nuestros "habitos de muerte" comparado con sus muertos enviados por E-mail al cementerio? y finalmente, ¿Que pensarían los humanos de un futuro más lejano donde la muerte ya no exista?
Creo que por lo menos serían menos falsos.


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